Aunque os pueda parecer esta receta una típica de carnaval, tal vez debido a su aspecto parecido a las orejas de carnaval, no lo es, es una de esas recetas que se hacen cuando hace mucho frío, nieva o llueve o simplemente te apetece comer algo mojado en el chocolate a la taza. Son muy fáciles de hacer, pues ni si quiera se prepara la masa, normalmente se compra directamente la masa de una barra de pan en la panadería, pero sin cocer, y esa masa se fríe en porciones pequeñas y bien estiradas sin más, aunque, en esta ocasión también os pongo la receta desde el principio, por si alguien no suele comprar el pan en un horno de confianza de los de toda la vida y no puede conseguir esa masa cruda.
Así crecí y para mí era lo más normal del mundo. Yo viví sus últimos días de vida útil, pero viví también años buenos, cuando había mucha gente. Os podéis imaginar, que había muchos niños y adolescentes, al ser la mayoría de los habitantes jóvenes en edad de trabajar y, a pesar de lo pequeño que era el pueblo, teníamos un pequeñísimo hospital, donde las mujeres daban a luz. Yo no nací allí, pues ya venía de otra localidad valenciana, pero muchos de mis amigos sí nacieron en aquel atípico hospital. Nuestro día a día se centraba en los turnos de trabajo de nuestros padres, que hacían mañana, tarde y noche, fines de semana incluido, la fábrica nunca paraba. Aún recuerdo "la Pita", una sirena que sonaba por todo el pueblo para indicar el cambio de turno a la una del medio día (como las sirenas indicando hoy en día, por desgracia, los bombardeos). Tampoco había vid, olivos o almendros, como en todos los pueblos de al lado, vivíamos entre montañas y monte, mucho monte. Así que las labores labriegas típicas de otros pueblos, tampoco existía, por lo que los veranos allí, sin colegio ni instituto, era para disfrutar libremente y estar en la piscina. Era una vida muy fácil y tranquila.
Mis padres compraron una casa en Minglanilla, un pueblo muy cercano, ya perteneciente a otra comunidad, a Castilla La Mancha, pues mis hermanos mayores se echaron novio y novia allí, y ya no querían volver a su Andalucía natal cuando se jubilaran. Mi primer contacto con un pueblo típico, con tradiciones e historia, fue allí, y yo ya contaba algo más de 20 años. Os confieso que me chocaba todo, ya os conté que me llamó mucho la atención la Semana Santa, pero no era lo único, también su gastronomía, nunca antes había probado los gazpachos manchegos, el ajoarriero, el morteruelo o estas viejas, llamadas así localmente, aunque sé que en otros lugares se llaman fritillas.
La primera vez que las vi hacer fue a mi cuñada, un día que nos invitó a comer viejas con chocolate, y me llamó la atención como aplanaba con el puño pedacitos de masa de pan crudo para formar estos dulces fritos. No las he comido muchas veces más, los fritos no han sido nunca lo mío. Pero hoy, he querido recordar algo de un lugar que me hizo ver qué distinta fue mi infancia y mi adolescencia al resto de otros pueblos. Y me gustó también eso de empezar a tener algunas tradiciones, aunque fueran adquiridas con el paso del tiempo. Intento seguir también las del lugar donde vivo ahora, pero reconozco que la cabra sigue tirando para el monte, no en vano crecí al lado del río Cabriel, en un lugar lleno de cabras montesas, que ahora, son unos habitantes más del pueblo donde crecí, pues al estar casi deshabitado, es normal verlas en grupo por las calles del Poblado de Contreras o encima de sus tejados, locas, siempre locas, en cualquier lugar. Pues parte de ese espíritu conservo yo aún. Por cierto, si pensáis el motivo por el que el poblado ha dejado de tener su razón de ser, es debido a que vendieron la fábrica de cementos, y la nueva cementera, la compró para desmantelarla. Todos se tuvieron que marchar a otro lugar. Hay un lío tremendo con las casas que han querido conservar los oriundos. Unas casas que han ido pasando de la cementera Portolés y Cía a La Confederación Hidrográfica del Júcar y de ahí, a ver si se puede pasar a los que una vez vivimos allí. Todo los procesos son lentos, mientras todo se soluciona, aún podemos seguir disfrutando de ellas, de su entorno y de su magia.
INGREDIENTES: 4 personas DIFICULTAD: Fácil PREPARACIÓN: 45 min REPOSO: 2 horas COCCIÓN: 15 min
-150 ml de agua templada
-10 g de levadura fresca (o 1/2 sobre de levadura seca de panadero)
-250 g de harina de fuerza
-1 cucharadita de sal
-1/2 cucharada sopera de azúcar
-una cucharada y media de aceite de oliva
-aceite de girasol para freír
-azúcar para rebozar
1. Esta receta se suele hacer comprando una masa para un pan pero sin cocer de una panadería tradicional, pero se puede hacer en casa, aunque lleva algo más de trabajo, pero queda igual de rico. Para ello, vamos a hacer el pan. Pon a calentar tibiamente, muy importante de que esté tibia el agua y no caliente y diluye en un poco de ese agua la levadura. Remueve para que se deshaga.
2. En el bol de una amasadora (aunque también lo puedes amasar a mano, pon la harina de fuerza, la sal y el azúcar y remueve. Incorpora el aceite de oliva y añade por último la levadura disuelta en el agua. No añadas todo el agua, déjate un poquito por si no necesitas toda, cada harina es un mundo y unas necesitan más agua que otras. Si por el contrario, ves que la masa se queda seca, añade un poco más de agua pero sin pasarte. Amasa duranta 10 minutos a velocidad media o con las manos hasta que veas que la masa quede pegajosa pero no en exceso.
3. Forma una bola con la masa, cubre con papel film y deja reposar hasta que doble su volumen o durante dos horas. Yo sólo lo tuve una hora y después lo metí en la nevera durante toda la noche. Al día siguiente, lo dejé levar una hora fuera de la nevera para que cogiera calor de nuevo y ya pude trabajarla. Pero si la vas a usar seguido, te sobra con las dos horas primeras.
4. Enharina una superficie de trabajo y coge pequeñas porciones de masa. Ve aplanando con las manos. Si te gustan más gorditas como a mí (como la que se ve encima de la mesa), no las aplanes tanto, y si te gustan más crujientes, estira un poco más (como la que sujeto en la mano). Las que yo he visto hacer las aplanan con el puño estirando hacia los lados. No hagas las fritillas muy grandes, recuerda que son para mojar en el chocolate o en la leche y normalmente no se parten, se meten tal cual.
5. Pon en una olla o sartén amplia el aceite de girasol al fuego y calienta. Cuando esté bien caliente añade las viejas o fritillas. No pongas muchas a la vez. Dora por un lado y después por el otro. Si te gustan finas las puedes dejar bien doradas para que crujan, si te gustan menos finas y que quede un poco de masa de pan entre medias, no las dores tanto.
6. Ve dejando las viejas o fritillas en un plato con papel absorbente para retirar el exceso de aceite.
7. Espolvorea aún en caliente con azúcar por las dos caras. Sirve enseguida.
NOTA: consume las viejas o fritillas en el mismo día, mejor casi recién hechas, al día siguiente "pierden la gracia".
I love tradinational foods :) thanks for your sharing...
ResponderEliminarHola Isabel
ResponderEliminarPor aquí te encuentras hornos de leña en cualquier sitio, digo por lo de comprar la masa, yo nunca la he comprado la verdar, mira que me han llamado la atención estas viejas jaja, jamás habia oido hablar de ellas, si que son similares a las orejas aunque me parecen más gorditas. En casa tenemos horno de leña, el de ahora es más moderno, pero el que teniamos cuando era niña era enorme, hacian pan y empanada, con la masa que sobraba de la empanada, la estiraban y la freian y le ponian azúcar y las repartian a los niños de casa, con esto te digo que se me parecen a estas viejas aunque mi abuela las llamaba "suelas" jaja, estas recetas son autenticas joyas...Bess
Es cierto que todos los pueblos y ciudades tienen sus tradiciones, las que conlleva su historia y su gente, pero más de una vez he leído tus vivencias del lugar donde te criaste y también me gustan, a mi me parece que lo formaba una gran familia que tenía muchas cosas en común y donde la vida transcurriría tranquilamente.
ResponderEliminarEstas viejas o tortas fritas como las llamamos en mi pueblo, ya tenemos la cómoda costumbre de ir al horno del pan y pedir la masa de una o dos barras. Pero mi madre hace una variante muy rica poniéndola como una especie de masa madre y añadiendo algunos ingredientes más. Hoy has tenido la deferencia de ponernos la receta para cuando no tengamos horno cerca, como me ocurre aquí, así no tengo excusa para no hacerlas. Pues ¿sabes? Me encanta. Y a lo mejor las preparo pronto.
Un beso.
Hola Isabel es cierto que casi todos los pueblos tienen tradición yo vengo de dos el paterno y materno y recuerdo los veranos las navidades en cada uno y lo bien que lo pasábamos disfrutado de las tradiciones del momento y comiendo lo típico de aquellos momentos y disfrutando de la familia. Unas fritillas con un rico chocolate caliente entona y alegra. Buenas noches besinos
ResponderEliminarIsabel, yo te entiendo completamente, porque he visto alguna vez pueblos similares al tuyo, aunque no lo he vivido personalmente. En mi pueblo, las tradiciones eran y son las mismas que en Sevilla capital, por su cercanía, a menos de 10’ solo cruzando el Guadalquivir, aunque la más importante era la Velá de San Juan, por el patrón que da nombre al pueblo, y que yo recuerdo muy feliz, pero tampoco tiene tradiciones gastronómicas específicas, solo las comunes de la provincia.
ResponderEliminarNo sé, pero aunque nunca he comido estas fritillas, no me resultan desconocidas, creo haber visto algo similar en algún programa de estos tipo España Directo.
Seguro que con ese chocolate calentito, sientan de maravilla, aunque debo confesar que a mí lo que me ha hecho perder el sentío, de tofo tu post, es ese jarrillo de lata que sí me ha transportado a las meriendas de mi infancia.
Besos
Me ha llamado mucho la atención tu post pues yo al ser de Sevilla tengo las tradiciones muy arraigadas tanto las culturales como las gastronómicas.
ResponderEliminarNo soy mucho de dulces frutos pero estas viejas tienen una pinta deliciosa.
Besitos
Buenos días Isabel,
ResponderEliminarLa verdad que leyendo la historia que nos relatas pienso -qué historias llevamos todos en la mochila de la vida-, y está bien de vez en cuando recordarlas y compartirlas, como has hecho tú en esta entrada.
La verdad que para no tener tradiciones y ser un lugar más de veraneo teníais hospital y piscina ¡todo un lujazo! Lo digo porque yo veraneé en un pueblo de León y siempre eché de menos la piscina y ni había ambulatorio, pasaba el médico a unas determinadas horas y listo.
Da lástima saber que ese poblado donde habitan las cabras a sus anchas y donde hubo tanta vida entorno a una gran empresa, donde lucharon tantas y tantas personas por ganarse un jornal, con el paso del tiempo eso se vendiera, se comprara y se estripara... la vida... y encima con luchas... eso es la vida pero como bien comentas, seguiremos disfrutando en la medida de lo que nos dejen y luchando por lo que creenis son nuestros derechos.
Creo que alguna vez había escuchado lo de fritillas pero realmente para mí esta receta es toda una novedad. Se parece mucho a las orejas pero al no llevar manteca ni anís pues le da otro punto muy diferente. Curioso hacerlo con la masa cruda. Aquí como todo se cuece precocinado en la mayoría de hornos pues seguro que no tendría problema en conseguir esta masa de pan crudo.
Gracias por compartir un cachito de tu vida y estas viejas o fritillas.
Que pases un día feliz
Hola Isabel. Hoy en tu entrada nos has dado una lección magistral sobre las tradiciones o falta de ellas de los lugares donde has vivido.
ResponderEliminarAntes pasaba bastante por esos lugares y en el pantano de Benageber estuve por sus alrededores cuando estaba en activo, de eso ya han pasado unos años jj. También pasaba por Minglanilla cuando iba a Madrid, entonces no existía la A3 y lo recuerdo porque en ese lugar siempre había un radar. Tiempos pasados jj.
Veo que tus vivencias las recuerdas con claridad y es que por mucho que queramos los recuerdos, ya sean buenos o malos, siempre nos acompañan. Y tú nos los has dejado en esta entrada.
Entrada con unas fotos espectaculares que hacen disfrutar con la vista de esa delicia como debe ser estas fritillas. Y si con la vista se disfruta no quiero imaginar como se disfrutaría al saborearlas. Tienen un aspecto sensacional. Tradición y buen sabor el que nos has dejado compartir, aunque sea de forma virtual, en esta ocasión.
Un abrazo.
Hola Isabel! Una excelente propuesta, me parecen muy interesantes las recetas tradicionales de los sitios. Te invito a pasar por mi último post. Feliz semana!
ResponderEliminarHola Isabel, qué alegría poder volver a verte y merendar contigo cada miércoles, a ver si cogemos de nuevo esa costumbre, tan linda. En mi caso, sí que había tradiciones, tanto en mi pueblo como en mi ciudad, ya te lo habrá contado mi hermana... pero yo, al ser la menor, las he vivido de manera distinta, pues siempre tiraba más para las "cosas modernas" ¡qué pena, pues ahora me doy cuenta que las tradiciones de cada lugar son lo más interesante!
ResponderEliminarEn Argentina, existe un plato típico que se parece a tus fritillas o viejas, pero allí las llaman: "tortas fritas". Lo sé porque mi marido me enseñó a hacerlas... y son bastante parecidas a las tuyas. Se comen en invierno, con mucho frio o siempre que llueve... con mate, café o chocolate caliente.
Por cierto, he caído enamoradita perdida de tu jarrillo de lata rojo... me encanta!!
Besos querida amiga, y hasta pronto.
Hola, Isabel:
ResponderEliminarUna receta típica, tradicional de nuestra gastronomía española en estas fechas. Te han quedado con una pinta espectacular. Además, son un vicio, es probarlas y no parar. ¡Ja, ja, ja...!
Besitos, guapa.
Isa las cosas "adquiridas" tarde son igual de reales :-)))
ResponderEliminarEstupenda foto con esas fritillas y el chocolate.
1 saludito
¡Hola! Me ha gustado mucho esta receta, encima hoy está nublado por donde vivo y han caído algunas gotas de lluvia, por lo que el entorno lo tengo perfecto para las fritillas je, je, je.
ResponderEliminarMe ha parecido muy curiosa e interesante toda esta historia que has contado sobre la etapa de tu vida en un pueblo sin tradiciones y cómo era el día a día allí (incluso ese lugar me ha dado una idea para un relato).
Un abrazo :)
Hola Isabel !
ResponderEliminarLas vivencias de la infancia siempre nos marcan y se nos quedan tatuadas en el alma con sus buenos recuerdos y momentos . En mi caso, nací en Galicia y de bebé me trajeron para Asturias al venirse mis padres a trabajar aqui , donde me crié y donde sigo viviendo , pero en los dos sitios las tradiciones de fiestas y gastronomía me las inculcaron desde pequeña y las disfruté siempre rodeada entre el cariño de mi familia .
Así siguió siendo a lo largo de los años, hasta hoy en día, pero por desgracia, muchos de mis familiares ya se han muerto y ya no es lo mismo sin ellos, aunque en su memoria sigo año tras año, celebrando dichas tradiciones cuando toca.
Estas fritillas las desconocía, en principio al ver la foto parecían orejas pero más gorditas , luego leyéndote ya he visto que no tienen nada que ver.
Algo parecido nos hacía mi madre cuando preparaba masa de empanada y le sobraba, la hacía frita estirándola en trocitos y le ponía miel o azúcar, pero lo hacía por aprovecharla .
Tienen que estar riquísimas y con un chocolatín en un día frio y lluvioso como el de hoy , más que apetecibles. Me encantaría tener ahora mismo unas poquitas a mano.
Un abrazo amiga y feliz tarde.
Isabel, me ha encantado conocer un poco mas sobre tu historia, me ha parecido muy divertida porque tienes razón que cada persona que conozco que se ha criado en un pueblo tiene arraigadas pues eso, unas tradiciones, pero mira, es algo diferente y especial :) La receta tiene una pintaza, como todo lo que nos traes por aquí, me encantaría probarla, igual un día me animo y ya te cuento, ¡feliz día!
ResponderEliminarNo todos pueden tener tan buenos recuerdos de su infancia y juventud, los niños de hoy en dia, y sobre todo los que viven en las ciudades, no pueden tener esa relación del día a día con los otros niños de las casas de al lado, vosotros debísteis formar una gran familia aunque las comidas típicas de casa fuesen distintas, no es de extrañar que, al cambiarte de lugar, todo te sorprendiera.
ResponderEliminarY a mí también me has sorprendido con esas viejas, nada más verlas me he creído que eran las típicas orejas gallegas que tantos buenos recuerdos me traen, luego me he fijado más detenidamente y aunque son muy parecidas, no son iguales. No dudo de que tanto unas como las otras tienen que estar para preparar rápido un chocolate y sentarse a la mesa a degustarlas.
Te dejo cariños para que los compartas con tu cuñada.
Kasioles
Isabel, imagino tu infancia tranquila allá en medio del monte, ahí no habría problemas de seguridad y sería una tranquilidad absoluta. Yo me perdí el campo o mejor dicho un pueblo, en mi infancia, ahora lo he recuperado en mi casa del campo en Chiclana, mis padres viajaron mucho y eso también fue una novedad.
ResponderEliminarBueno, tu receta divina, como dice Pilar se parece a nuestras tortitas fritas que se preparan cuando llueve y para acompañar el mate.
Maravillosa invitación la de tu cuñada con ese chocolate y este manjar, deben estar deliciosas y crujientes. Adoro los dulces de sartén.
Mil besos y buen finde.
¡Hola de nuevo Isabel! Qué bonito ha sido leer tu historia, ya nos habías contado algo... pero me encanta seguir imaginado como viviste aquellos años... Tu infancia ha sido muy distinta, pero no por ello menos bonita... A mi me parece como un cuento de hadas vivir así... rodeada de campo con pocos habitantes, donde todo el mundo se conoce, con sus diferentes costumbre para compartir... En mi caso... al no vivir en la zona del pueblo, si no en la parte de la costa... siempre ha sido muy diferente con tantos turistas... muchos coches... es verdad que no había tantos como hoy, pero nunca ha sido un pueblo tranquilo como el que tenemos en la sierra... sino una pequeña ciudad y lo de jugar... había que hacerlo en el puro asfalto... pero bueno... los recuerdos siempre son bonitos, vengan de donde vengan.
ResponderEliminarPues las viejas no las conocía yo... pero te puede decir que las he probado a mi manera y sin saberlo jajaa... Y es que hay veces que me dan ganas de hacer buñuelos que son los que comemos por aquí y por no hacer otra masa... cuando preparo pan, dejo un poco para freírla por la tarde y quedan así doraditas como las tuyas... ¡Así que me encantan! Un beso y feliz domingo guapa.
Hola Isabel, que receta más bonita y más buena, yo no los he probado nunca pero me da la sensación, que tienen que ser un vicio. Solamente de ver las imágenes se me hacen muy apetecibles. Gracias por compartir la receta y tu experiencia de juventud :)
ResponderEliminarMe llevo tus dulces para este domingo, un beso grande.
Pysznie wygląda. Pozdrawiam :)
ResponderEliminar¿Hola Isabel! Me ha encantado tu introducción. Hablar de nuestra infancia parece que nos humaniza, compartir vivencias nos acerca enormemente a quien nos lee. Ese pequeño pueblecito no tendrá historia que tanto te gusta, pero tiene algo muy, muy importante, el desarrollo de tu historia personal que hoy compartes con nosotr@s.
ResponderEliminarEstas recetas de siempre son entrañables, nos cuentan la historia de cómo vivían los que nos precedieron. La mayoría de las veces se evidencian los pocos recursos económicos que tenían, y la gran imaginación para enfrentarse al hambre.
Te han quedado geniales, con un punto de doradito maravilloso.😋😋
Feliz domingo. Bstes.😘😘
Hola Isabel, desde luego es atípico eso de vivir en un lugar sin tradiciones, hasta las grandes ciudades las tienen, no solo los pueblos, pero desde luego tiene mucha lógica después de leer tu explicación.
ResponderEliminarEstas viejas tienen muy buena pinta e imagino que con una buena taza de chocolate serán una gozada.
Besos
me hacen recordar a los buñuelos que mi abu preparaba una vazca fuerte llena de ganas
ResponderEliminarWalaaa q ricos eghh
ResponderEliminarIsabel, me ha encantado la historia de tu vida que nos has contado. No sabía que tu pueblo no tenía tradiciones, qué curioso me ha resultado!
ResponderEliminarPero veo que vas adoptando las que te gustan a tu vida, y eso es algo maravilloso. Yo ahora también estoy en esa fase, pues en Huelva hay muchísimas tradiciones que no hay en mi Málaga natal, y poco a poco las voy haciendo mias.
Me han encantado estas viejas. No las conocía, y me ha parecido una receta muy interesante.
Por aquí no conozco ningún horno, pero si que puedo hacer la masa, así que seguro que las probamos, porque cuando le diga a la piche que se acompañan con chocolate caliente, se le va a hacer la boca agua!
Un abrazo y feliz semana!
Hola Isabel , yo hago como tu ,voy añadiendo tradiciones de otros pueblos y regiones .Aqui en Madrid las hay pero al haber tanta diversidad de gente que hemos venido de otras provincias tenemos mucho donde elegir ,tus fritillas no las conocía pero recuerdo que mi abuela nos hacia algo que ella llamaba fritillos y que rebozados en azúcar estaban buenisimos ,pero era una masa que hacia con harina y agua y no se si algo mas y que luego freía ,aquí no tengo horno cerca pero no me importara hacer la masa y probarlas
ResponderEliminarBesitos
¡Hola Isabel! Me ha encantado tu entrada. Siempre que se hable de recuerdos leo embobada. Todos tenemos la idea de que si has crecido en un pueblo había tradiciones, y claro no todos los pueblos con iguales, más si el tuyo era un asentamiento en torno a una fábrica. Es como el Seseña actual, aunque entonces con menos pretensiones y menos hormigón ja ja ja.
ResponderEliminarRecuerdo hace muchos años que llegó al colegio una niña que venía de Valencia, tendríamos unos 8-9 años. Cuando se acercaban las vacaciones de Semana Santa dijo que ella se iba con sus padres a la playa y una compañera, rápidamente y con cara de mucha extrañeza, le preguntó que entonces dónde iban a ver las procesiones. Me acuerdo de todo como si fuera ayer, y a raíz de esa conversación mi mente empezó a abrirse y a entender que las cosas podían ser diferentes a como las vivíamos en mi pueblo. Ni mejores ni peores, diferentes sin más.
Agradezco tu receta. Sabes que me encantan estas recetas con sabor ancestral aunque los fritos tampoco sean lo mío.
Por cierto llevamos unos días libres de virus. No lo diré muy alto que Lara lo pilla todo. Solo espero poder aguantar hasta semana santa ¿o será mucho pedir?
¡Besos mil!
Hola Isabel,
ResponderEliminarno conocia estas viejas, son sencillas de hacer.
Mi madre me ha contado mucho que en el pueblo donde nacio (Gatova) cerca de Segorbe, las mujeres llevavan alli el pan, el arroz al horno o otras cosas a cocer, pero yo de mis vacaciones de verano en Moncada, al lado de Valencia, no he visto nada de eso. Claro era la ciudad.
Me gustan mucho tus cacharos, sobre todo la taza que lleva el chocolate, me recuerda mis abuelos.
Que tengas un buen dia.
B7
Hola guapísima, que historia tan interesante nos has contado. Es normal que un pueblo nuevo construido cerca de una gran fábrica tenga nulas tradiciones. Estas masas fritas me encantan. Son de lo más tradicional que conozco. Siempre que veo en algún recetario antiguo suelo leerlas con emoción. Estas viejas se ven estupendas, hechas con masa de pan. Aquí en Barcelona no creo que encontrase ningún horno que vendieran la masa fresca. Mejor hacerla yo misma. Una receta que puede pasar por las típicas de cuaresma aunque no lo sea. Besos.
ResponderEliminarSe ven muy ricos, me gustaría probarlos ❤
ResponderEliminarOlá!
ResponderEliminarParece bolinho de chuva. amei a receita e vou arriscar fazer aqui também.
Beijos.
https://www.parafraseandocomvanessa.com.br/
Hola Isabel, que bonita historia nos has contado, que bonito sería vivir en un pueblo tan idílico rodeado de naturaleza, sin presiones. Que conste que yo también me crié en un pueblo en el que aún sigo viviendo, recuerdo la sencillez de como se vivía y cuando todos podíamos dejar la puerta abierta e ir a dormir. Ahora la cosa a cambiado aunque seguimos siendo pueblo. La receta no la conocía y me a parecido fabulosa, mira yo hago pan casi a diario y no me costará nada dejar un poco de masa aparte para hacer estas fritillas porque ya re digo que tienen una pinta brutal.
ResponderEliminarUn besito corazón y feliz semana.
Hola Isabel. Llego casi antes de que vuelvas a publicar y hoy llevo todo el día recuperando visitas.
ResponderEliminarEs muy bonito el relato de tu vida que nos cuentas y sí que es verdad que no es normal vivir en un pueblo sin tradiciones. Mi suegro y mi ex marido vivían en un pueblo de ferroviarios, construido sólo para los trabajadores de un núcleo de Renfe y pasaba algo parecido, había gente de todos lados.
Contreras y el Cabriel, preciosa zona en la frontera con Castilla la Mancha. Recuerdo estar en la zona cuando mi hijo era muy pequeño, pero no recuerdo si todavía estaba la cementera o no.
Ahora nadie diría que te has criado en un pueblo sin tradiciones, porque cocinas tanto y tan bien, que cualquier receta es una maravilla en tus manos. De todas formas, qué más da, lo importante es que fuiste feliz en esos años.
Los dulces de carnaval suelen ser en muchas zonas fritos y tus fritillas encima. lo muestran en su mismo nombre.
Me apuntaría a una, pero con una buena taza de chocolate.
Besos.
Hola Isabel, por fin aparezco por aqui!!
ResponderEliminarTenia ganas de ver la receta, esperaba que fuesen unas orejas de carnaval por las fotos que vi en IG.
Pero veo que son unas tortas bien ricas y junto una taza de chocolate es perfecta para un domingo en casita viendo una peli con los tuyos.
Por cierto me ha encantado la historia de tu niñez en tu pueblo, ahora entiendo cuando me decías que en tu pueblo solo había una tienda, ahora si que lo entiendo todo, jaja.
Feliz semana y besos
Al leer el nombre de fritillas me sonaba a cocina manchega o murciana de oírselo a mi abuela y a mis tías pero no recuerdo haberlas probado, es más creía que era algo salado.
ResponderEliminarGracias por la receta pues tienen muy buena pinta, no parecen difíciles y con un buen chocolate me parece una merienda de lujo.
BESOS